Australia y Argentina. Perspectivas de una comparación histórica
Discurso de la Embajadora Patricia Holmes
Presentación del libro “Bajo la Cruz del Sur”
Realizada el 22 de agosto de 2012 en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
Es un gran placer estar aquí esta tarde y hablarles brevemente de los fascinantes temas planteados en este libro.
Pero en primer lugar, quiero reiterar la admiración, con un dejo de tristeza, que ya han expresado otros por la labor del Embajador Néstor Stancanelli. Yo no conocí al Embajador Stancanelli, pero como ex negociadora comercial –mi destino anterior fue en la Misión de Australia ante la OMC– hace años que oigo hablar de él. Qué protagonista destacado que fue en la Ronda Uruguay; qué aliado clave para Australia en la liberalización del comercio agrícola; y, por supuesto, qué sobresaliente representante de la Argentina durante su gestión en Canberra, de 1998 a 2005. No es exagerado decir que el Embajador Stancanelli fue uno de los diplomáticos más conocidos de Canberra en los últimos tiempos, y esto se vio reflejado en los muchos mensajes que llegaron de Australia por su prematuro fallecimiento.
Sin duda al Embajador Stancanelli le fascinaban muchos aspectos de la relación entre Argentina y Australia, y el desarrollo cultural, económico y político de ambos países. Quiso aprender, entender, lo que ha ocurrido en nuestros dos países, Argentina y Australia, en los últimos cien años más o menos, que tanto peso ha tenido al forjar nuestros destinos. Lo lógico de la comparación enseguida se hace evidente para todos los que piensan en nuestras dos naciones del sur: nuestra ubicación geográfica compartida en el extremo austral del planeta, nuestra extensa superficie, nuestros recursos naturales y nuestro potencial de producción primaria, nuestras poblaciones de inmigrantes.
Los autores del libro también hablan de las diferencias, analizando en detalle el impacto de la ruptura del orden democrático en Argentina en 1930, y de la dictadura de 1976 a 1983. Esto se compara con la transmisión de mando pacífica en Australia desde su formación nacional en 1901. Se revisa la evolución de la democracia y las instituciones democráticas en Australia y Argentina en el período desde 1983. Como afirma el Rector de la Universidad Nacional de Australia: “Muchos argentinos han luchado y se han sacrificado para crear un país democrático y cumplir la promesa de dignidad humana y libertad sostenida por José de San Martín y los otros grandes libertadores. Hoy Argentina ha tenido ya casi tres décadas de gobiernos constitucionales y elegidos. Así que en este sentido, quizás, los ‘rumbos’ de ambos países converjan una vez más.”
El Embajador Stancanelli identifica la ruptura del orden democrático como divergencia fundamental, señalando que “la modesta diferencia inicial entre nuestros dos países, en términos de crecimiento económico, que se mantuvo casi sin cambios de 1900 hasta bien entrada la década de 1970, se ensanchó sustancialmente a partir de allí”. Pero la restauración de la democracia en 1983 no llevó a un crecimiento económico sostenido, y un tema importante de varios aportes al libro es el cómo y porqué de la crisis de 2001. Desde entonces, Argentina ha tenido un fuerte crecimiento económico, con políticas como el peso bajo, en combinación con los altos precios de commodities (los cuales también han beneficiado a Australia).
Debo admitir que un aspecto complicado del libro para mí, siendo relativamente una recién llegada a la Argentina, fue la diversidad de hitos temporales identificados como “momento de divergencia”, por decir así. Para el Embajador Stancanelli y muchos otros fueron clave los años 1970; otros hablan de 1914, cuando Australia entró en la Primera Guerra Mundial y Argentina no; otros dicen que fue en los años 1930, y otros más, en 1947. Todos estos momentos aluden a hechos en la Argentina, más que en Australia. Otro elemento sorprendente de los ensayos del libro es que cuando la comparación fue iniciada originalmente por Ezequiel Gallo y Héctor Dieguez del Instituto Di Tella y John Fogarty y Tim Duncan de la Universidad de Melbourne –lo que resultó luego en el libro “Australia y Argentina: con rumbos paralelos”– el debate era más acerca de cómo ambos países habían sufrido una decadencia relativa desde el cambio de siglo. En ese momento, Duncan y Fogarty escribieron que “Australia y Argentina son comparadas más con respecto a sus problemas que en cuanto a su potencial”. Eso fue en 1984.
Desde el punto de vista australiano, 1983 surge como fecha clave para varios de los autores. Fue en ese año que Australia inició un camino de reformas económicas reconocidas hoy por partidos y comentaristas de todo el espectro político como fundamentales para el actual éxito económico de Australia.
Al examinar esta reforma económica, es importante situarse en la Australia de los años 1970. Entonces, había un temor creciente de que nos convertiríamos, como advirtió el Presidente de Singapur Lee Kuan Yew en 1980, en la “basura blanca” de Asia. Los precios de commodities estaban bajos, el desempleo alto, nuestra riqueza relativa había estado en declive durante décadas, y en aumento la de Asia. Y cuando Donald Horne creó la expresión “Un país con suerte” para referirse a Australia en 1964, muchos australianos de hoy no lo saben, pero lo hizo en sentido irónico, diciendo que Australia era “gobernada por gente de segunda que comparte su suerte”. Como observó hace poco el comentarista político Graeme Dobell al reflexionar sobre ese período, “La sensación de mediocridad inminente afligía a algunos de los que gobernaban el país con suerte. Por eso en los años 1980 Australia inició la larga marcha que aún sigue: llámese liberalización, globalización, o simplemente correr con fuerza para asegurarnos de no retroceder.” En ese momento, el ciudadano de a pie estaba preocupado por el desempleo y la serie interminable de huelgas que había visto en los años anteriores, a la vez que la inflación de los shocks del petróleo de los años 1970 erosionaba los salarios y el país se enfrentaba a un importante déficit. Mientras que Australia aún se ubicaba quinta en el mundo en PBI per cápita en 1950, para 1973 ya habíamos descendido al noveno puesto, y en los años 1980, al número quince. La inflación llegó a un pico de 17 por ciento, y el desempleo al diez por ciento.
La reforma económica empezó con la elección del ex líder sindical Robert “Bob” Hawke como Primer Ministro por el Partido Laborista, y continuó con los posteriores gobiernos de ambas tendencias políticas. Bob Hawke pudo hacer coincidir a los australianos respecto del camino adelante, y la participación de centros de estudios, académicos, la sociedad civil, el sector empresario y los sindicatos ha sido fundamental durante todo este proceso.
Las reformas económicas clave incluyeron:
1. La reducción y eliminación del sistema de aranceles que hizo que las empresas debieran competir a nivel mundial. Esto empezó lentamente, pero hoy la mayoría de las líneas arancelarias está en cero.
2. La flotación del dólar australiano en 1983. Este paragolpes económico brinda estímulo mediante mayores precios de exportaciones en tiempos difíciles.
3. El Acuerdo de Precios e Ingresos, que ayudó a quebrar el ciclo de estanflación (alta inflación con desempleo alto). El Acuerdo produjo una fuerte disminución de las huelgas que habían asolado la economía, mediante un arreglo con los trabajadores por el cual se aceptó un crecimiento salarial lento a cambio de medidas de bienestar social, incluyendo Medicare: el sistema de cobertura médica universal (¡que quizás debimos celebrar en la apertura de los Juegos Olímpicos de 2000 en Sydney, como hicieron los ingleses con su Servicio Nacional de Salud!)
4. Jubilación: la Garantía de Jubilación aumentó nuestro nivel de ahorro.
5. El Impuesto a los Bienes y Servicios (equivalente al IVA) reemplazó a varios impuestos muy específicos, como el impuesto a las ventas, que se aplicaba sólo a las manufacturas.
6. Superávits de gobierno: si bien ocasionalmente se lograban superávits, el gobierno Liberal de Howard (que sucedió a los gobiernos Laboristas de Hawke, y luego Keating) hizo que este principio fuese casi obligatorio para los gobiernos futuros.
También hubo varios otros factores:
• Mayor inmigración desde Vietnam y China, lo que incrementó la población activa y a la vez amplió nuestra visión del mundo.
• La transferencia de la política monetaria del gobierno al Banco de Reserva.
• La desregulación del sector financiero y la posterior toma de conciencia, tras los excesos de fines de los años 1980, de que el sector requería cierta regulación.
Básicamente, las reformas liberalizaron los mercados, promovieron la competencia y, en general, procuraron asegurar que los precios cumplieran su función de reflejar los costos y las ganancias relativas. Como resultado, Australia volvió a subir en el ranking internacional de PBI per cápita del puesto 15 al sexto.
Las reformas no siempre han sido acertadas, han avanzado lentamente y han sido acompañadas por costos de adaptación, pagados a trabajadores afectados, con una red de seguridad social concentrada en sectores y regiones particulares. También tenemos grandes desafíos por delante: obviamente nos ha beneficiado mucho el boom de las commodities y la demanda de China, y esto podría disminuir con el tiempo; tenemos una población que envejece; y todavía debemos encarar las disparidades entre los indígenas y los demás australianos. Y, fuera del ámbito económico del que me he ocupado hoy, hay muchos otros desafíos: se destacan, por ejemplo, el cambio climático y otras cuestiones de medio ambiente.
Quizás corro el riesgo de comparar Australia con Australia, en lugar de con la Argentina, al elegir la fecha de 1983: pero considero que ese momento es crucial para entender de dónde viene Australia y hacia dónde se dirige. Les dejo a los demás, que son mucho más expertos que yo, el análisis de la perspectiva argentina.
Permítanme terminar diciendo que tengo la certeza de que el Embajador Stancanelli estaría encantado de ver el sostenido interés que existe en este tema apasionante.
Muchas gracias.